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¡Saca cuenta, que ya llegamos al sesenta!

  • En la opinión de María Fernanda Ávalos

El estadio llegará a su sexto número redondo en próximos días y no hay día que aquí no se cuente alguna historia. Para quienes somos novatos en estos terrenos, escuchar a hablar del día de su inauguración en 1964, de los personajes del beisbol que se han parado en el terreno y de lo que sus aficionados más veteranos dicen, parece película del cine de oro.

Del “Coloso de la Colonia Atasta” como escuchaba narrar a Diosco, Hiram y Charly algunos ayeres, existen fotos en blanco y negro, de beisbolistas con las diferentes casacas que han llevado a cuestas la historia del beisbol tabasqueño, de recortes de periódicos con los momentos más importantes (y también dolorosos) que se han vivido en su terreno, como la inundación del 2007 donde la Ciudad Deportiva parecía campo minado y el Centenario con helicópteros y burbujas, nos narraba en una crónica angustiante, un juego en el que nadie compró boleto pero todos tuvimos un turno al bate.

En 2020, las puertas del estadio se cerraron y por primera vez no hubo temporada. Fue justo el año en que yo llegué y caminé por primera vez sobre este terreno y cuando otra vez, pero ahora a unos centímetros, vi helicópteros en el campo. De terreno de juego a terreno de ayuda, cada vez que escuchaba aterrizar un helicóptero, corría a asomarme desde las gradas de primera base o saltaba entre los bleachers para ver a los soldados cargar las cajas con víveres e irse otra vez. Vivir ese momento de cerca a unos días de llegar a Olmecas es algo que se queda para siempre en la mente para reflexionar, en las manos para orar y en el corazón para nunca olvidar.

Pero también me tocó ver el regreso de los Olmecas a playoffs en 2021, cuando nadie creía en ellos, cuando decían que del sótano no iban a salir. Cuando eso pasó, recuerdo que Freddy al micrófono esperaba el mensaje oficial de “Ya puedes decir que estamos en playoffs” y cuando ese mensaje llegó, por primera vez vi al estadio como nunca. Aficionados abrazándose, llorando, gritando. En la cabina de producción donde me buscaron un lugar esa temporada cerca de Silvia, quien es stringer de LMB y me explicaba lo que pasaba para poder escribirles en redes lo que pasaba entrada por entrada, los nervios antes de los abrazos me hacían pensar en el copy que todos querían leer con el regreso triunfal de los Olmecas a la postemporada.

Hoy, al estar escribiendo esta columna y editando al mismo tiempo el programa especial del 60 aniversario, recuerdo cuando grabamos el último Radar Olmeca en la taquilla del viejo estadio, cuando ya estaba reducido a escombros y los de la constructora nos aguantaron para grabar la escena final. Al apagar la cámara y ver como la mano de chango se llevaba la última parte, Diosco, Charly y yo fuimos los últimos en ser testigos de que ya no estaba más la casa de todos, la casa de los Olmecas de Tabasco. Al menos, por ese momento.

Pero la historia ya casi llega a la hoja sesenta y con pluma nueva.